¿Por qué hablar de una dolarización para Argentina?
Alfredo Arízaga, Ministro de Finanzas durante la dolarización ecuatoriana, comenta lo siguiente en el libro del ex presidente Jamil Mahuad Así dolarizamos Ecuador (énfasis agregado):
Durante estos veinte años, en los cuales es evidente que la dolarización ha sido positiva para el país, en algunas ocasiones me han preguntado si la dolarización solo fue una respuesta a la crisis económica de 1999. Estoy convencido de que no fue así, porque la dolarización fue más que eso: fue una respuesta a dos décadas perdidas […].
Es cierto que la crisis ecuatoriana fue un componente importante en la decisión de dolarizar en enero del 2000. Sin embargo, como explica Arízaga, las motivaciones fueron más profundas. Como dice el refrán, es importante que el árbol (la crisis) no tape el bosque (dos décadas perdidas). La dolarización fue más que un intento de solución a una aguda crisis económica, fue una herramienta para cambiar dos décadas de un mal desempeño económico.
Si bien hoy Argentina no sufre una crisis bancaria como la que tuvo que navegar Ecuador a fines de los noventa, sí tiene una tasa de inflación similar. Con tendencia ascendente, el paso del tiempo incrementa la posibilidad de un escenario hiperinflacionario. Argentina salió de su última hiperinflación con la Ley de Convertibilidad. En aquel momento, el shock institucional fue tal que Argentina logró matar de un golpe la inflación a la par de tener crecimiento económico (baja la inflación no implica necesariamente recesión). Una nueva convertibilidad no tendría el mismo efecto que entonces, dado que la desordenada salida en la crisis del 2001 le ha hecho perder credibilidad.1 Por haber roto la convertibilidad como se hizo, hoy es necesario un shock aún más fuerte: Una dolarización.
En términos de desempeño económico, Argentina lleva casi ocho décadas de caída en el ranking mundial de PBI per cápita y se encuentra en estanflación desde el 2011. Argentina tiene una economía que no crece, y cuando crece lo hace (en promedio), más lento que el resto del mundo. No hay signos claros a la vista de que esta tendencia se vaya a revertir de manera sostenible. Los diversos planes económicos de los sucesivos gobiernos terminan siendo parches transitorios y no soluciones de fondo. Es que no pueden ser soluciones de fondo si no son creíbles a largo plazo.
Una de las principales causas del pobre desempeño de la economía argentina es sin dudas el desmanejo monetario y fiscal. La inflación equivalente anual de 1945 a la fecha llega a un sorprendente 62% (el único período de estabilidad de precios fue durante la convertibilidad). Una inflación alta, persistente y volátil hace imposible ahorrar y proyectar a largo plazo. El ahorro y la planificación a largo plazo son dos componentes sin los cuales el crecimiento sostenible y las reformas fiscales no son posibles. En comparación con sus vecinos, la inflación argentina empeora consistentemente desde la crisis del 2001 a la fecha. Mientras que nuestros vecinos dieron por finalizado sus problemas inflacionarios, Argentina volvió a cometer los mismos errores.
Una dolarización en Argentina busca más que poner fin al actual problema inflacionario. Busca, como fue el caso de Ecuador, revertir décadas de inestabilidad y caída en el ranking mundial de ingreso per cápita. Una dolarización no es una condición suficiente para producir este cambio, pero sí lo vemos como una condición necesaria. El motivo es simple, sin estabilidad de precios dicha reversión en el ranking de la Argentina no sería posible. Sin credibilidad en la política económica a lo máximo que se puede aspirar es a otro “veranito” o a un nuevo ciclo con final abrupto.
Existen varias reformas sub-óptimas (second best) que buscan sanear la economía argentina. Cada una de ellas tiene distintos trade-offs. Como sugiere el título de nuestro libro, la dolarización es una solución para la Argentina. A diferencia de otras soluciones, sin embargo, una dolarización como la que proponemos busca minimizar la probabilidad de fracaso. Creemos que la sociedad argentina no está en condiciones de soportar otra gran crisis.
Quienes defendemos la dolarización como una propuesta a ser seriamente considerada no buscamos soluciones mágicas ni tomamos posturas populistas. Lo que buscamos es dar un shock institucional que facilite poner al país en un nuevo sendero de crecimiento, un sendero que a su vez debe ser lo más difícil de revertir por la dirigencia política.
No se puede repetir en exceso que la gravedad de la crisis del 2001 se debió en gran parte el desmanejo político de la crisis. Medidas como el corralito, corralón, mega devaluación, y la pesificación asimétrica estuvieron motivadas por la conveniencia política y no su necesidad económica. ↩︎