Las Tres Preguntas de la Dolarizacion: ¿Por qué, Cómo y Cuándo?
Las tres preguntas claves que plantea una dolarización son por qué, cómo y cuando. La más fácil de responder es la primera. Hay varias y muy buenas razones para que el gobierno adopte oficialmente al dólar como la moneda de curso legal en todo el territorio nacional. Para empezar, sólo implica reconocer una realidad. La economía argentina está de facto dolarizada. Pero es una dolarización con costos y sin beneficios. El Estado argentino se endeuda a largo plazo en dólares, pero como sus ingresos son mayormente en pesos, el descalce cambiario y la incapacidad de generar dólares genera crisis macroeconómicas recurrentes. En segundo lugar, la dolarización sería un gran igualador social, ya que les daría a los sectores ingresos medios y bajos la posibilidad de ahorrar y progresar que hoy sólo tienen los más ricos. Tercero, solo una dolarización ofrece la esperanza de que regrese al país una parte de los ahorros argentinos que las políticas populistas expulsaron a jurisdicciones más seguras.
Hay quienes creen que con un gran acuerdo político –como el Pacto de Moncloa, del que se habla desde hace cuatro décadas– se pueden resolver los problemas estructurales de la economía argentina y por lo tanto una dolarización sería tan innecesaria como dolorosa. El argumento denota un voluntarismo tan ingenuo como peligroso. Desactivar la bomba que nos ha legado el populismo requiere de herramientas de las que carece la política económica convencional. Insistir con lo que fracasó es una necedad. Un programa de reformas inconcluso o revertido contribuye a acelerar nuestra decadencia.
El dilema es cómo generar credibilidad bajo jurisdicción argentina. La anomia institucional presenta un obstáculo insalvable. Sin separación de poderes, las leyes no valen el papel en el que están impresas. Y sin credibilidad cualquier plan anti-inflacionario tarde o temprano fracasará.
Una vez que se ha perdido la credibilidad, los economistas no saben muy bien cómo se puede recuperar. Lo que la Argentina necesita no es una política de parches durante uno o dos años. Necesita una política de largo plazo, con incentivos creíbles para que la actividad innovadora y la acumulación de capital humano y físico sean rentables durante un largo tiempo”
Finn E. Kydland, Conferencia Premio Nobel de Economía (2004)
La dolarización no es una panacea, ni promete magia. En las actuales circunstancias es el único mecanismo que, al generar credibilidad, ofrece esperanzas de que un programa de reformas estructurales pueda completarse exitosamente. Acompañada de una profunda reforma bancaria y de la firma de tratados de libre comercio nos permitiría dar los primeros pasos para escapar de la trampa del populismo.
La experiencia de Ecuador luego de 22 años de dolarización encierra valiosas lecciones: 1) no se necesitan condiciones ideales para dolarizar (si existieran sería innecesario hacerlo), 2) sus principales beneficiarios son los sectores de ingresos medios y bajos, 3) no elimina el riesgo de populismo, pero reduce su costo en términos de crecimiento, 4) no aumenta la vulnerabilidad macroeconómica, ni somete a la economía a los vaivenes de la política monetaria norteamericana (ya somos vulnerables con moneda propia), y 5) no “primariza” la economía, sino que contribuye a diversificar la composición y el destino de las exportaciones.
Otra lección importante de Ecuador es que hay que cerrar el banco central, ya que es el vehículo más idóneo que tendría a mano un político populista revertir una dolarización (lo cual no significa eliminar todas sus funciones). Mantener el banco central implica coartar de entrada la credibilidad de la dolarización.
Respecto al cómo, muchos analistas sostienen que es imposible dolarizar debido a que el BCRA no tiene suficientes reservas. En primer lugar, es un error proyectar la coyuntura para analizar una solución de largo plazo. La falta de reservas internacionales no es una limitación estructural de la economía argentina sino de las políticas populistas. Un gobierno creíble podría dolarizar. En nuestro libro explicamos como.
¿Cuándo dolarizar? Difícil imaginar que el sistema político se avenga a una dolarización a menos que la tasa mensual de inflación supere el 10%. Si se complica la situación, la dolarización probablemente sea la única solución para evitar una hiperinflación (o salir de ella).