Por qué Argentina aún debe dolarizar

En la campaña electoral, el ahora presidente Javier Milei prometió reemplazar el peso argentino con el dólar estadounidense. Sin embargo, al menos hasta ahora, no ha cumplido con esa promesa. En su lugar, Milei ha implementado un plan de transición con la expectativa de establecer eventualmente un sistema monetario más permanente, que podría ser algo menos que una dolarización total.

Las reformas de Milei parecen estar funcionando. Antes de las elecciones, la inflación promediaba un 8 por ciento mensual. Desde mayo, ha promediado solo un 3.7 por ciento mensual y cayó al 2.7 por ciento en octubre, la tasa de inflación mensual más baja observada desde 2021.

En el ámbito fiscal, la administración de Milei ha logrado mostrar un superávit fiscal mensual basado en flujo de caja. La prima de riesgo sobre los bonos soberanos argentinos ha disminuido.

La administración Milei también está tomando medidas para eliminar regulaciones ineficientes, incluida la eliminación de algunos puestos hereditarios en el gobierno.

Dado el aparente éxito de las reformas de Milei hasta ahora, uno podría preguntarse si la dolarización es realmente necesaria. Sin embargo, la dolarización sigue siendo la (única) reforma monetaria creíble a largo plazo que tiene Argentina para controlar la inflación.

La credibilidad de las instituciones y el gobierno de Argentina está profundamente entrelazada con su compleja historia. El país ha experimentado repetidamente reversiones de políticas, donde los funcionarios que antes protegían los depósitos privados luego aprobaron su expropiación. Además, la población votante del país ha mostrado una inclinación repetida hacia la elección de populistas, incluso cuando estos muestran claras tendencias autoritarias y sus políticas económicas han llevado a una crisis tras otra. La falta de fiabilidad institucional en Argentina no debe pasarse por alto.

La administración de Milei no es la primera en introducir reformas favorables al libre mercado en Argentina. Otros pensadores pro-mercado han tenido influencia política. Por ejemplo, Álvaro Alsogaray fue políticamente activo durante décadas (de 1955 a 1999) y ocupó cargos como Ministro de Industria, Ministro de Economía (1959-1962) y Diputado Nacional (1986-1999), entre otros. Alsogaray también fue influyente durante la presidencia de Carlos Menem (1989-2001), donde su hija fue Secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable (1991-1999).

El patrón histórico de Argentina sugiere que incluso las reformas exitosas pueden ser efímeras. ¿Por qué esperar que esta vez sea diferente? Más bien, debería trabajarse bajo el supuesto de que los argentinos eventualmente elegirán un nuevo régimen populista que no esté tan interesado en mantener las reformas de Milei.

La dolarización es más que una reforma monetaria. También es un escudo institucional. Limitó el alcance de las políticas populistas de Rafael Correa en Ecuador entre 2007 y 2017. En consecuencia, el populismo de izquierda fue menos costoso en Ecuador que en Argentina. La dolarización hace que las reformas pro-mercado sean más costosas y difíciles de revertir porque el costo de las malas políticas no puede ocultarse con shocks inflacionarios.

La dolarización eliminaría expectativas de inflación futura y fortalecería las instituciones de Argentina frente a las amenazas recurrentes de políticas populistas. Establecería las bases para reformas económicas más amplias, haciendo posible la prosperidad a largo plazo para los argentinos comunes. La dolarización presenta una oportunidad para romper con los ciclos destructivos de reversiones de políticas e inestabilidad económica, ofreciendo la posibilidad de construir una estructura económica más resiliente.