Banco Central Insolvente y la Dolarización
El ataque más común a la dolarización oficial que se escucha es que no hay suficientes reservas en el Banco Central para lograrla. Llegan al absurdo de insistir que existen “reservas negativas”, situación que – si fuera verdad – resultaría en una subida de tipo de cambio infinita ya que no habría forma de controlarlo. Este argumento trillado, nace de una falacia común en el mundo de los negocios y la economía: la confusión entre lo que es un “stock” de dinero y lo que son “flujos”.
Para dolarizar la economía solo se necesita un stock de dólares líquidos para suplantar los billetes de la base monetaria, es decir, los pesos circulantes. Esto implica un “tipo de cambio” al cual se equiparán estos dos “stocks”. Lo más cercano a este “número mágico” que refleje con exactitud esta relación es el tipo de cambio del “mercado libre”. Este tipo de cambio siempre existe, aunque sea en la clandestinidad, y refleja la popularidad y necesidad de una moneda estable para que las economías funcionen. Adicionalmente refleja el poder adquisitivo real de los bienes y servicios en la economía, reconocer el tipo de cambio libre como el tipo de cambio de la dolarización es simplemente reconocer la realidad de la economía argentina.
Cuando usan términos como “reservas negativas” se están refiriendo al cumulo de pagos y obligaciones que ha adquirido el Banco Central versus los ingresos que percibe de sus activos. Si el Banco Central fuera una empresa privada tendría un problema de “solvencia” pero no necesariamente un problema de “flujo de caja”. La realidad es que hay suficientes activos líquidos en el Banco Central Argentino para reemplazar los pesos en circulación, y esto es lo único que se necesita para formalmente dolarizar la economía. El resto de la economía se dolariza “contablemente” al cambiar su unidad de cuenta de pesos a dólares. El resto de los pasivos del Banco Central se pagarán con el tiempo, y beneficiosamente ya estarán dolarizados por lo que no perderán valor nominal rápidamente.
Como la plantean Ocampo y Cachanosky, la dolarización es la vacuna que inmuniza al país de futuras insolvencias del Banco Central. Esta vacuna tiene efectos secundarios positivos al crear mayor estabilidad, permitiendo el cálculo económico para salir adelante. Las “externalidades positivas” de la dolarización son demasiadas para enumerar una por una. La popularidad de la medida en Ecuador es evidencia suficiente del éxito y las externalidades positivas de eliminar la creación de dinero inorgánico.
Lo detractores de la dolarización reconocen el problema de la insolvencia del Banco Central pero no mencionan que hay suficiente liquidez para pagar los pasivos más urgentes y de mayor prelación ante otros acreedores: los tenedores de pesos. Adicionalmente, no ofrecen salida al continuo deterioro del balance del Banco Central y en su mayoría prometen más de lo mismo, pero con diferente equipo económico. El problema, según ellos, es la persona que aplica el sistema y no el sistema en sí. Con un cambio de liderazgo se resuelve todo, más de lo mismo, pero con diferente cara. La propuesta de Ocampo y Cachanosky no propone una solución mesiánica que depende de la credibilidad del banquero central, sino que promete eliminar un ente burocrático que solo ha servido a pocos y ha robado a todos. Ellos no solo proponen dolarizar la economía, su propuesta sincera el balance del Banco Central y lo elimina de poder influir en la política monetaria de una vez por todas.
La insolvencia del Banco Central ante la totalidad de sus acreedores es una realidad que se debe enfrentar, con o sin dolarización. De hecho, la dolarización ayuda en este proceso ya que detiene la descapitalización. Mantener el status quo de un banco central insolvente y emisor de moneda es encaminarse directamente a una hiperinflación y crisis permanente. El sinceramiento de la economía no es un proceso indoloro, pero sí es necesario. Corregir los errores del pasado no es tarea fácil, pero se necesita empezar con un cambio radical en las expectativas y estabilidad en la moneda para permitir el cálculo económico. Dolarizar la economía no es una cura milagrosa para todos los males de la economía, pero sí permite eliminar uno de los riesgos exógenos que limitan o paralizan completamente el cálculo económico que necesitan los empresarios y los trabajadores: el Banco Central y la creación de dinero. Como dicen Ocampo y Cachanosky:
En las empresas, el gerente de producción pasaría a ser más importante que el gerente financiero. La especulación financiera dejaría de ser buen negocio.
La actual insolvencia del Banco Central de la Argentina no impide ni elimina la posibilidad de una dolarización oficial. No solo existen más que suficiente stock para reemplazar completamente el circulante en pesos, la experiencia demuestra que la estabilidad aumenta los depósitos bancarios substancialmente, lo cual mejora aún más la situación de caja del Banco Central. La dolarización ayuda a resolver la insolvencia ya que permite que la economía regrese a su cauce natural de productividad, eliminando la especulación e incrementando la liquidez de la economía.
No solo hay suficiente stock de dólares para dolarizar la Argentina, sino que las experiencias mundiales indican que la dolarización oficial incrementa el stock de reserva y la circulación rápidamente. La estabilidad incentiva a los depósitos bancarios ya que el famoso “colchón bank” regresa. Esto as su vez ayuda al stock de dólares totales ahuyentando cualquier posibilidad de falta de dólares físicos en la base monetaria y mantener circulante. De hecho y debido a la cantidad de dólares que ya existen en la Argentina (e.g. el colchón bank) el circulante en dólares se incrementaría. La experiencia en Ecuador y Zimbabue también demuestra el rápido crecimiento de los depósitos bancarios debido a la estabilidad y el regreso de los ahorros al sistema financiero nacional. La experiencia en Ecuador es prueba fehaciente ya que las reservas monetarias internacionales - aun después de haber suplantado todo el circulante – incrementaron y han seguido subiendo desde entonces, llegando a niveles históricamente altos. El ciclo que desata la dolarización rápidamente es conocido: primero la liquidez en los bancos mejora substancialmente y como estos a su vez ya no pueden vivir de colocar su dinero en el Banco Central para ganar intereses, deben incrementar sus carteras de crédito - con lo cual estimulan la economía. Al poder hacer calculo económico, ambos los bancos y los empresarios pueden aumentan los plazos de sus créditos, el consumidor se beneficia de la liquidez y mayores plazos y el crédito se vuelve más democrático.
El plan de dolarización que proponen Ocampo y Cachanosky no solo resuelve la actual insolvencia del Banco Central, sino que elimina para siempre la posibilidad de que esto vuelva a suceder. Esto es un paso importante ya que la experiencia ecuatoriana demuestra que cuando persiste un Banco Central en un sistema dolarizado se deja una puerta trasera para que el Banco Central siga financiando proyectos políticos mediante la expropiación de las nuevas reservas. En ese sentido la dolarización argentina promete mejorar el prototipo de modelo dolarizador del Ecuador. Enhorabuena que aprendamos de las experiencias pasadas para mejorarlas.
No hay condiciones perfectas para dolarizar, pero sí hay mucho que mejorar en una economía y la dolarización ayuda a desnudarlos. La dolarización de la mayor “agencia” o control de su propio destino al pueblo. Esta mayor transparencia fiscal es otra externalidad positiva de la medida monetaria ya que permite al ciudadano medir el costo del gobierno que solo puede financiarse mediante impuestos.
Es importante recalcar que la dolarización es necesaria y válida sin necesidad de precondición alguna. Es decir, aun si no se concreta un plan de eliminación total del Banco Central la dolarización es un gran paso hacia la prosperidad. El caso ecuatoriano es un ejemplo claro de las bondades de la dolarización, pero si se hubiera implementado con las reformas que proponen Ocampo y Cachanosky la economía ecuatoriana hubiera crecido aún más y estaría mucho mejor. La dolarización ecuatoriana cumplió 23 años y desde su inicio cuenta con una popularidad abrumadora. Esto se debe a los ecuatorianos no han sufrido pérdidas en sus ahorros y los salarios han continuado subiendo. Todo este crecimiento se ha logrado a pesar de: el embate del Socialismo del SSXXI durante década y media, tener bajísima institucionalidad, ser un país exportador de “commodities”, y a pesar de hacer default de la deuda al igual que Argentina. Cabe preguntarse entonces ¿quién está mejor – los argentinos o los ecuatorianos?
En este análisis es importante recalcar además que el sector privado ecuatoriano es mayoritariamente productor de “commodities” y como tal sujeto a precios internacionales. Desde la dolarización el sector exportador ecuatoriano ha crecido más que cualquier otro rubro de la economía, convirtiéndose ahora en el mayor exportador de camarón en el mundo. Si esto es posible en el Ecuador ni que se diga de lo que sucederá en una Argentina dolarizada.
El Ecuador debe aprender también de la experiencia de la Argentina. El esquema político-económico aplicado por el SSXXI es contrario a las bondades de una dolarización y eso causa mucha fricción innecesaria para la empresa privada que ha sacado adelante el país. Esperemos que, una vez que se apliquen las ideas de Ocampo y Cachanosky, el Ecuador siga su ejemplo y elimine su Banco Central.