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Dolarización y Libre Competencia de Monedas
Quienes creen que nuestra propuesta de dolarización es contraria a (o no es consistente con) la libre competencia de monedas no entienden ni la una ni la otra. Generalmente se asocia la libre de competencia de monedas a un sistema de banca libre (free banking) y a la propuesta de Hayek en Denationalization of Money (1976). Además de que ambas son inviables en la práctica, no son equivalentes, ni tampoco excluyentes de otros esquemas. La idea central de la libre competencia de monedas es a) eliminar el curso forzoso y el monopolio estatal de la moneda, y, b) permitir el uso de monedas convertibles emitidas por otros Estados o por el sector privado (por ejemplo, criptomonedas).
Como hemos explicado en Dolarización: Una solución para la Argentina, nuestra propuesta es esencialmente un régimen de libre competencia de monedas que parte del reconocimiento de un hecho fundamental: que el dólar es la moneda que ya eligieron los argentinos para protegerse de la desvalorización del peso. Rescato el siguiente párrafo del prólogo a la primera edición de nuestro libro Dolarización: Una solución para la Argentina
“La digitalización del dinero que está transformando los sistemas bancarios, monetarios y de pagos en todos el mundo no sólo es congruente con nuestra propuesta de dolarización, sino que, además, facilitaría su implementación. En el mundo que se viene, no sólo la moneda física será reemplazada por la moneda digital, sino que las monedas nacionales competirán con monedas privadas. En un mundo de dinero digital las fronteras políticas resultarán cada vez menos efectivas. El nacionalismo monetario difícilmente sobreviva, especialmente en economías pequeñas y poco desarrolladas (y democráticas). Una reforma como la que proponemos le permitiría a la Argentina ponerse a la vanguardia de la revolución tecnológica que está transformando el sistema financiero mundial.”
En el capítulo titulado “¿Cómo Dolarizar la Economía Argentina?” también enfatizamos el mismo punto:
“Nuestra propuesta básicamente consiste en adoptar el dólar como moneda de curso legal, permitir libre competencia de monedas y reformar el sistema bancario de manera que el poder político no puede confiscar más los ahorros de los argentinos. El dólar sería el numerario (o unidad de cuenta) y la moneda con la que se pagarían los impuestos. Sin embargo, los argentinos tendrían plena libertad para celebrar contratos en cualquier moneda –tanto fiat como cripto– y podrían utilizar aquel medio de pago que juzguen más conveniente para su actividad económica. Con la tecnología actual, la elección de la moneda es una decisión relativamente irrelevante. Una app en el teléfono celular permite su conversión a cualquier otra moneda (convertible) en instantes y con costos insignificantes.”
Lo primero que hay que entender es que en una economía desarrollada, entre 85 y 90% del dinero es dinero bancario (dinero interno). En Estados Unidos, por ejemplo, la circulación monetaria equivale al 13% del M2. En la Argentina la proporción está distorsionada por la dolarización de facto, pero si tomamos únicamente los pesos, la circulación monetaria equivale a 16% del M3 en pesos.
En la práctica esto quiere decir que para que en una jurisdicción haya libre competencia de monedas los bancos locales deben tener libertad ofrecer depósitos en una multiplicidad de monedas. Pero bajo una dolarización sólo lo harán si hay demanda a) por depósitos denominados en monedas distintas al dólar, b) por préstamos denominados en monedas distintas al dólar.Bajo nuestra propuesta, habría plena libertad a los movimientos de capitales y un sistema bancario competitivo y libre (aunque bien regulado y supervisado). Es decir, que si alguien prefiriera utilizar el euro para sus transacciones en el país podría hacerlo sin problema aún en el caso de que los bancos que operan en la Argentina no tomaran depósitos en esa moneda. Simplemente podría usar/abrir una cuenta bancaria en una jurisdicción en la que los bancos operen en euros. Por ejemplo, podría tener una cuenta bancaria en Bruselas y desde allí pagar sus gastos en la Argentina. O podría tener una cuenta en bitcoin, ethereum o algún stablecoin.
Somos agnósticos respecto a quien produce el dinero (mientras sea convertible). Creemos que la gente es quien mejor puede juzgar su calidad o utilidad. No pretendemos imponer el dólar excepto al Estado Nacional, cuya deuda hoy es mayormente en esa moneda. Bajo nuestra propuesta la única moneda que no podría existir en el sistema bancario sería el peso. Caso contrario el poder político contaría nuevamente con una herramienta para confiscar los ahorros de los argentinos. Pero el peso billete podría seguir circulando en la economía y ser canjeado a una paridad fija con el dólar billete o un depósito bancario en dólares como sucedió en El Salvador.
Conviene hacer algunas aclaraciones semánticas. Hay tres términos que a veces se confunden: curso forzoso, moneda de curso legal y moneda convertible. Según el diccionario, el término “curso forzoso” es imponer legalmente la aceptación con fuerza liberatoria de pago monedas sin valor intrínseco apreciable, títulos del Estado o billetes de banco. Es decir, que el Estado imponga a los particulares una moneda sin respaldo. “El curso forzoso es el crédito impuesto, el préstamo involuntario y arrancado del que es obligado a recibir un billete” explicaba Alberdi en sus Estudios Económicos. Curso legal es otra cosa. Es reconocer legalmente que una moneda tiene poder cancelatorio de cualquier obligación bajo jurisdicción nacional. Es decir que el curso forzoso implica curso legal, pero el curso legal no implica curso forzoso. Además, aunque puede haber más de una moneda de curso legal, no tendría sentido que hubiera más de una moneda de curso forzoso. La diferencia radica en la convertibilidad. Una moneda convertible es una moneda que puede convertirse libremente en oro y/o divisas.
Por ejemplo, el dólar, el yen, el euro y la libra esterlina son monedas convertibles. El curso forzoso supone el curso legal exclusivo de una moneda no convertible emitida por un Estado (por ejemplo, el peso argentino en la actualidad). Una moneda inconvertible nunca sería aceptada (o demandada) por la gente si no la impusiera el Estado por ley. Esta es una de las maneras en la que los soberanos a lo largo de la historia lograron confiscar la riqueza de la población.Insisto sobre un punto: en el mundo moderno la mejor manera de implementar la libre competencia de monedas es mediante la liberalización de los movimientos de capitales. Como bien señalaba en 1996 Alberto Benegas Lynch (h), quien viene proponiendo una dolarización desde hace décadas, eso no implica (ni podría implicar) declarar el curso forzoso del dólar. Es decir, imponerle a la gente el uso de una moneda inconvertible.
“Hablamos de dolarización como un procedimiento rápido y fluido para liberarnos de la banca central, y, al eliminar simultáneamente el curso forzoso, se abren las puertas para que la gente, si así lo desea pueda desprenderse también del dólar. Se trata de un procedimiento expeditivo debido a la mayor confianza relativa que la gente deposita en el dólar frente a las monedas locales del subcontinente”.
Al igual que los argentinos optaron por el dólar porque el peso era una moneda “basura”, podrían elegir otra moneda si el dólar terminara siendo una moneda “basura”. La única imposición legal sería la de pagar los impuestos en dólares, pero mientras el dólar sea una moneda convertible esto no implica exacción alguna a los contribuyentes.
Mientras haya plena convertibilidad, un contribuyente puede tener su cuenta en euros y girar los euros equivalentes para pagar su deuda impositiva. Además, bajo nuestra propuesta las empresas y los particulares tendrían plena libertad de celebrar contratos en monedas convertibles y de abrir cuentas bancarias en monedas convertibles (e incluso no convertibles si eso quisieran).Ricardo Arriazu sostiene que el agregado monetario relevante en la Argentina es M4, que no es más que el M3 en pesos más todos los dólares, en billetes y cuentas bancarias, que tienen los argentinos, tanto los declarados como los no declarados en el país y en el exterior. Con una estimación conservadora, los pesos en circulación representan entre 3 y 4% del M4.
En el contexto del patrón oro una moneda era convertible a oro. En el contexto actual la convertibilidad tiene otro sentido: la capacidad de ser libremente intercambiada en el mercado por otra moneda o activo.
Si el dólar dejara de ser convertible sería necesario reemplazarlo por otra moneda.