Infobae publica un extracto de la sección de reforma monetaria del último libro de Luciano Laspina. En esta sección, Laspina se opone a una dolarización favoreciendo un proyecto de reconstrucción de la moneda nacional. No es necesario repetir los contra-argumentos a los puntos mencionados por Laspina por enésima vez. Quienes quieran repasarlos o sean nuevos lectores del blog, pueden seguir los enlaces en este pie de página.1
En este post me quiero concentrar en otro punto que Laspina trae a colación: que la emisión de dinero es una función "inherente" del Estado. Esto, por supuesto, no puede ser una objeción a una dolarización, dado que la misma implica cambiar la moneda de un Estado (ineficiente) por la de otro Estado (más eficiente). No obstante esta cuestión, la premisa de Laspina se presta a algunas reflexiones importantes.
Hay que distinguir dos cuestiones respecto a la cuestión de si ofrecer moneda es un rol inherente del Estado. Primero, si el Estado es más o menos eficiente que el mercado en la tarea de proveer una moneda de buena calidad. Es posible que el mercado sea más eficiente que el Estado, pero que sea un rol "inherente" del Estado llevar adelante esta actividad. Segundo, que sea una práctica común de los Estados ofrecer moneda propia no quiere decir que sea un rol inherente de los mismos.
Hechas estas aclaraciones: ¿es proveer moneda un rol inherente del Estado?
Típicamente se argumenta que, en términos de eficiencia económica, el Estado tiene un rol que cumplir si (a) hay una falla de mercado y (b) las fallas del Estado son menores a las fallas de mercado. Si el mercado falla, ¿puede o no el Estado hacer un mejor trabajo? Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, entonces en principio hay un potencial rol del Estado en términos de eficiencia económica.
Las posibles fallas de mercado son que la producción de un bien sea (a) un monopolio, (b) un bien público o (c) presente importantes externalidades. La producción privada de dinero no cumple ninguno de estas características.
¿Es la oferta privada de dinero una actividad monopólica?
La evidencia histórica muestra que la producción privada de dinero encaja mejor como un mercado competitivo que monopólico. La oferta de oro se daba en un mercado competitivo de minería, donde los diversos productores competían por la extracción de oro de la tierra. La (emisión) acuñación de moneda también era un mercado competitivo con diversos emisores que competían entre sí (ver estos trabajos de White y Selgin). En lo que respecta a la actividad bancaria, los casos históricos de banca libre muestran mercados competitivos y estables (Kevin Dowd ofrece un resumen de esta literatura).
El Estado se erigió por ley como oferente monopolista en el mercado de moneda. Bajo un sistema de libre competencia en la emisión no existiría monopolio natural. A diferencia de lo que afirma Laspina, el motivo por el cual hoy día hay bancos centrales no es por la necesidad de ofrecer estabilidad monetaria, el motivo es la captura de rentas monopólicas (señoreaje)2 y necesidades fiscales.3
¿Es el dinero un bien público?
Un bien público es aquel que no es rival en su consumo ni excluyente en su producción, como por ejemplo una señal de radio. Debido a estas características, el productor de un bien público sufre el problema del free rider y la producción del mismo puede ser subóptima. El dinero no cumple ninguna de las características del bien público. El opuesto al bien público es el bien privado (por ejemplo, una manzana).
Nadie puede acceder al dinero que usted tiene en su bolsillo o en su cuenta bancaria. El dinero, como una manzana, es un bien rival en el consumo. Además, el proveedor de dinero puede elegir no proveer el mismo a terceros de su elección. Si usted no quiere darle dinero a McDonald's, se lo puede dar a Burger King. Si el BCRA no quiere dar dinero al Banco X, se lo puede dar al Banco Y. El gobierno tiene la potestad de congelar sus cuentas bancarias, retenerle por la fuerza adelantos de impuestos e incluso obligarle a liquidar sus exportaciones.
Se podría argumentar que lo que es un bien público es la estabilidad monetaria, no el dinero en sí. Pero esto es un argumento forzado. La estabilidad monetaria es una característica del bien, no es el bien en sí. La calidad de las manzanas no determina si las mismas son un bien público o privado. El argumento de que el Estado debe ofrecer una moneda estable es distinto al argumento de que el Estado debe ofrecer dinero porque el mismo es un bien público. La pregunta relevante es si el Estado argentino tiene la capacidad de ofrecer mayor estabilidad monetaria que la que ofrece una dolarización.
¿Sufre la emisión de dinero de fuertes externalidades?
Una externalidad es un costo o beneficio que afecta a un tercero que no forma parte del cálculo económico del productor. La presencia de externalidades puede hacer que se produzca de más o de menos. La respuesta es nuevamente negativa. No hay que confundir, el dinero no es un bien público ni sufre de externalidades; el dinero es un bien red. Un bien red es un bien (privado) cuya utilidad depende de la cantidad de usuarios conectados a la red. Por ejemplo, una red social como Twitter o Facebook. La naturaleza "red" del dinero hace que el mercado converja espontáneamente a una (oro) o dos (oro y plata) unidades de cuenta. Los beneficios "externos" de converger a una (o dos) unidades de cuenta se deben a la naturaleza "red" del bien dinero y no a un problema de externalidades. A pesar de su característica “red”, como se menciona arriba, la producción privada de dinero se da en un mercado competitivo en lugar de monopólico.
Los argumentos clásicos que explican por qué el Estado debe involucrarse en ciertas actividades económicas no se cumplen. En resumen, la premisa de que la oferta de dinero es una actividad "inherente" del Estado es falsa tanto en términos históricos como conceptuales.
Un comentario final: El problema de credibilidad (otra vez)
En lugar de dolarizar, Laspina propone una serie de regulaciones y reformas que lleven a la reconstrucción de la moneda nacional. Por ejemplo, redefinir los objetivos del BCRA, reformular la Carta Orgánica, incrementar la autonomía del BCRA, y eliminar los adelantos transitorios entre otras iniciativas.
Estas reformas no quitan que las autoridades del BCRA deberán tener la personalidad y fortaleza psicológica para aguantar todo tipo de presiones políticas. Un ejemplo es la remoción de Pedro Pou por decreto bajo un gobierno respetuoso de las instituciones. El otro ejemplo lo provee el mismo movimiento político al que pertenece Laspina. Federico Sturzenegger (2019, p. 384) cuenta que Macri tenía decidido echarlo del BCRA si no aceptaba revisar las metas de inflación.
Creo que hay un problema de diagnóstico. El problema monetario de Argentina no es meramente técnico, el problema fundamental es la falta total de credibilidad. ¿Cómo garantiza Laspina que un nuevo gobierno populista no va a eliminar todas sus reformas? Además, ¿cómo garantiza Laspina que su propio movimiento político no va a volver a implementar un 28D retrotrayendo sus reformas y tirando por tierra la independencia del BCRA? Una reforma monetaria exitosa no puede ignorar el problema de la falta de credibilidad.
Propiamente hablando, señoreajes el ingreso al emisor de dinero. Relacionado, pero conceptualmente distinto, es el impuesto inflacionario, que es el traspaso (no legislado) de poder adquisitivo del contribuyente al Tesoro.
Selgin, Lastrapes, y White (2012) encuentran que la creación de la Reserva Federal ha resultado en mayor inestabilidad macroeconómica, incluso ignorando los “años de práctica” del período entre guerras.
Laspina terminó siendo otro arrogante Anti Mercado. Gracias Nicolás por poner de manifiesto como todos los políticos (porque Laspina es político antes que economista) buscan su beneficio propio e intentan no pegarse tiros en los pies.